En su discurso de ese día, el último que dirigiría a los españoles desde el Palacio de la Zarzuela, Don Juan Carlos explicó que la decisión la había tomado en enero de ese año, tras cumplir los 76 años, porque consideraba que había llegado el momento de que una «nueva generación», encarnada en el Príncipe de Asturias, «más joven y con más energías», tomara las riendas.
«Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera, y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo», remarcó, incidiendo en que «el Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza».
Para llegar a ese anuncio en Zarzuela se habían vivido previamente meses de gran tensión para dar cumplimiento a la voluntad del monarca. El principal artífice de todo ello fue el entonces jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, el primero al que Don Juan Carlos trasladó que estaba sopesando abdicar.
El Rey ya le había planteado la cuestión en el otoño de 2012, según ha reconocido él mismo en alguna ocasión, y ante la aparición de algunas informaciones en este sentido Zarzuela convocó por primera y única ocasión una rueda de prensa en la que el propio Spottorno se vio obligado a negar que Juan Carlos I sopesara abdicar.
La idea vuelve con fuerza en el arranque de 2014, que comienza con la imagen de un Don Juan Carlos titubeante y que es incapaz de leer su discurso durante la Pascua Militar el 6 de enero, un día después de celebrar su cumpleaños.