Cómo la identidad de una persona puede verse condicionada por el sistema mientras se extrae la conclusión de que «no hay pureza en ninguna parte» es el hilo sobre el que se teje ‘Las noches malas de Amir Shriyan’, obra escrita por el dramaturgo catalán Albert Tola que llega este miércoles a Teatros del Canal para cuestionar «lugares comunes» y «romper prejuicios».
Así lo ha sostenido su creador en una entrevista concedida a Europa Press en la que reconoce que la historia que el director Carlos Rodríguez pone en escena se inspira en una historia real que evidencia la «ironía» de la burocracia que puede derivar en un «infierno» para las personas y «lo absurdo del sistema».
En ‘Las noches malas de Amir Shriyan’ se abordan las normas restrictivas de acogida que se imponen a quienes llegan a las fronteras europeas a través de la historia de un joven que pide asilo político alegando que es un perseguido en su país de origen a causa de su homosexualidad. La obra, alumbrada bajo el sello Creación Canal de la mano de las compañías Nigredo y Teatro del Astillero con la coproducción Teatros del Canal, se representará hasta el 14 de abril en la Sala Negra.
Un montaje pergeñado a fuego lento durante siete años en el que Tola ha plasmado experiencias personales o anécdotas vividas como espectador, lo que se recoge en alguna de las escenas que se suceden a lo largo de los 90 minutos de duración de la obra, como él mismo reconoce.
Su pasión por la literatura sufí, persa y musulmana en general, especialmente todo lo relacionado con la mística islámica, es otro de los pilares del texto de ‘Las noces malas de Amir Shriyan’, donde intenta crear «un puente que rompa las burbujas entre Europa y Medio Oriente y el Magreb». Se trata de una obra de teatro en la que «nada es lo que parece» y de la que emana una «crítica muy fuerte» a «los sistemas biopolíticos de la sociedad de consumo y la mercantilización y degradación de los vínculos».
Así, en esta propuesta escénica se contrapone las luces y sombras de la sociedad a uno y otro lado, como la persecución de la homosexualidad en países como Irán o las «perversiones sistémicas» entre la aparente libertad de occidente, hasta el punto de que «las cárceles de una orilla pueden ser libertad en la otra y al revés», explica el dramaturgo.