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La incertidumbre política pone en riesgo el Mad Cool Festival: más de 100 músicos confirmados, 230.000 boletos vendidos y sin licencia de funcionamiento.

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El festival musical Mad Cool de Madrid, que reunirá a 232.000 asistentes entre el 10 y el 13 de julio, se ha convertido en una patata caliente que rebota de las manos del alcalde a las del delegado de Gobierno. Después de que la edición del 2023 provocará un caos de movilidad y problemas de ruido en el distrito de Villaverde, ni el Ayuntamiento ni el Ejecutivo central quieren cargar con la culpa en caso de que se repita el escenario, por lo que el plan de movilidad y seguridad del evento aún no cuenta con el visto bueno de ninguna administración. El Consistorio que lidera José Luis Martínez-Almeida ha condicionado la concesión de la licencia de actividad a la aprobación del plan de movilidad por parte de la Delegación de Gobierno. Pero quien preside este órgano, Francisco Martín, ha acusado al regidor de “inventar un trámite” para “trasladarle la responsabilidad” de lo que pueda suceder. Después del cruce de acusaciones, ambos han alcanzado un principio de acuerdo este viernes para establecer un dispositivo de seguridad, a falta de la expedición de la licencia, que compete al Ayuntamiento.

El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento, Borja Carabante, anunció este viernes: “Mad Cool se va a celebrar en la ciudad de Madrid una vez que hemos llegado a un principio de acuerdo con la delegación de Gobierno y el promotor, en relación a las condiciones de seguridad y movilidad”. La delegación de Gobierno ha confirmado la llamada telefónica en una nota de prensa, en la que remarcan que la charla sirvió para pactar el despliegue de un dispositivo de seguridad por parte del Gobierno central durante el festival. Los responsables de esa entidad subrayan que en ningún momento el delegado ha revisado el plan de seguridad y movilidad del evento, porque no es de su competencia. “Ese documento, ni siquiera ha llegado a la delegación”, han confirmado.

No obstante, el anuncio de Carabante deja entrever que el Ayuntamiento otorgará el permiso a Mad Cool, a pesar de que la delegación de Gobierno no ha estudiado todavía el plan de seguridad y movilidad del evento. De hecho, ha querido zanjar la polémica asegurando que “en el ámbito de sus competencias”, el Consistorio va a “garantizar a los promotores y a los madrileños que Mad Cool va a contar con todos los permisos”. La llamada ha servido para ratificar una reunión técnica sobre la seguridad de Mad Cool para el inicio de esta semana solicitada por el Ayuntamiento, como respuesta a otra reunión política que solicitó el propio Martín en otra carta enviada a Cibeles y que se celebrará “el próximo mes”, según Carabante.

El festival volverá a celebrarse en el recinto Iberdrola Music de Villaverde, donde el año pasado se produjeron quejas por el ruido y muchos problemas de movilidad, que dejaron imágenes de atascos infinitos, filas interminables, vecinos molestos y saturación del transporte público y VTC. Los problemas generados por el Mad Cool 2023 repercutió en la cancelación de un festival de reggaeton días después del macroconcierto, con las pérdidas que eso supuso para los organizadores. El impacto del Mad Cool: Metro, tren y más accesos

La presente edición del Mad Cool contempla una programación de cuatro noches, con artistas de la talla de Dua Lipa, Pearl Jam y The Killers. Unas 58.000 personas asistirán cada noche, 12.000 menos que el año pasado, en un intento de reducir las aglomeraciones. El festival cuenta con financiación pública de la Comunidad de Madrid, que ha aportado 900.000 euros, y del Ayuntamiento, que ha desembolsado 200.000, un 80% menos que en 2023. El informe de impacto económico encargado por el festival a la consultora Metyis ha calculado en 46 millones de euros el retorno a la región por albergar el evento en 2023. Conscientes de los problemas de movilidad que detonó la última edición del festival, los organizadores de Mad Cool han apostado por incentivar el uso de transporte público para llegar y salir del evento. Para ello, han invertido 400.000 euros en mantener operativo el servicio de Cercanías Renfe y el metro durante las madrugadas de concierto, con servicios que tendrán una frecuencia de 10 minutos. Para prevenir el caos por la multitud planean habilitar tres entradas —el año pasado solo hubo una— y un refuerzo en la plantilla de logística en hasta un millar de empleados.

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