La calle Luis Portones de Madrid es un viaje al pasado. Es de las pocas calles de la capital que sigue con una calzada de adoquines, con muchos baches y en muy mal estado. Nunca se ha asfaltado, lo que se une a la estrecheces de sus aceras, obligando a los vecinos a caminar por la calzada.
Los vecinos se quejan del ruido, especialmente por la noche, debido al tráfico constante de furgonetas y camiones por las obras en las inmediaciones. En abril, el Ayuntamiento de Madrid anunciaba sus planes de urbanización hasta final de la legislatura, sin incluir la reforma del tramo adoquinado de Luis Portones. Este descuido ha sido considerado como imperdonable por los vecinos, quienes la llaman la «calle olvidada».