SucesosGrupos criminales promueven en internet la ocupación ilegal de viviendas deshabitadas.

Grupos criminales promueven en internet la ocupación ilegal de viviendas deshabitadas.

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Mafias organizadas publicitan en redes sociales, a ritmo de rumba y con faltas de ortografía, pisos vacíos con el fin de que sean okupados. Como imagen, un tour por la casa para ver su estado, el número de habitación y algo importante, que están enganchados a la luz y el agua.

«Eran dos personas y habías contratado por lo visto a un cerrajero para cambiar la cerradura de un local que se hizo piso». Es el testimonio de María, una vecina de Ciudad Lineal que hace unos días fue testigo de cómo dos individuos intentaban okupar un piso bajo.

Por 1.500 euros, un cerrajero les abre la puerta y cambia la cerradura. Al parecer y según nos cuenta un vecino de la zona, se trata de un piso con dueño, solo que se enteraron de que en estos momentos se encuentra vacío. «Si lo han reformado hace cuatro días».

Los vecinos dieron la voz de alarma y la Policía les pilló in fraganti. De hecho, el cerrajero les admitió incluso dedicarse a abrir casas que le encarga esta mafia. El precio, 1.500 euros que los agentes le encontraron en los bolsillos.

No es la primera vez que ocurre en la zona. «Justo en el piso de al lado del nuestro. Esa casa llevaba vacía varios años. La familia que vivía ahí no pudo seguir pagando por lo que fuera y se quedó vacía. No había pasado nada hasta que se la quedó el banco, asumió la deuda y entonces empezó el desmadre», nos cuenta otra de los vecinos.

«Intentaron entrar, que sepamos, dos veces hasta que ya la compraron. Pude hablar con la chica, que me dijo que estaba de okupa sin ningún tipo de problema. Tenía un par de niños. Me dijo que por 3.000 euros se lo había vendido un chico que estaba dando vueltas por el barrio», añade.

Los vecinos tienen miedo porque en solo dos calles se han dado varios casos. «Yo vivo en el tercero. Compraron un piso que era de Bankia. Un día yo estaba en casa y oigo un ruido de llaves. Me asomo y había un cerrajero», declara otro vecino.

«El que estaba cambiando me imagino que el bombín dice, yo soy el cerrajero, yo no quiero saber nada. Aparcaron ahí el coche, vi la matrícula y luego lo denunció y fuimos a la Policía». Sienten impotencia porque el peso de la ley no recae sobre el delincuente.

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