La Montaña Artificial del Retiro, también conocida como Montaña de los Gatos, acoge desde hoy una exposición que celebra la reapertura de este enclave de los Jardines del Buen Retiro tras dos décadas de inactividad.
La muestra gratuita, realizada por el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, presenta una cuidadosa narrativa que destaca el proceso de recuperación integral llevado a cabo, con fotografías que documentan el antes y después de los trabajos de restauración y métodos empleados y que permiten conocer el meticuloso trabajo que ha revitalizado este lugar único.
La exposición, que estuvo abierta durante unos días el pasado verano, se extenderá ahora hasta finales de año, con horario de visitas es de 11:00 a 13:00 horas y de 18:00 a 20:00 horas.
La muestra se encuentra alojada bajo una bóveda de planta circular que destaca por su diseño arquitectónico excepcional. La cúpula, con un diámetro de 14 metros y una altura de 11, está coronada por un óculo superior del que emergen cuatro galerías abovedadas que serpentean a lo largo del interior del cerro artificial. Esta característica arquitectónica singular no solo brinda un entorno impresionante para la exposición, sino que también se convierte en una obra de arte en sí misma, capturando la atención de los visitantes por su belleza y originalidad.
Con un promedio que supera los 500 visitantes diarios desde la finalización de las obras de recuperación, este espacio situado junto a la confluencia de la calle de O’Donnell y la avenida de Menéndez Pelayo se consolida como punto de interés para todos aquellos que se acercan a disfrutar de su naturaleza, belleza e historia.
TESTIMONIO ARQUITECTÓNICO DE UN CAPRICHO DE FERNANDO VIII
La Montaña de los Gatos fue uno de los caprichos que el rey Fernando VII promovió en el parque del Retiro. La zona era sólo para su real disfrute y el de su familia y no era de acceso público. Esta estructura monumental, construida bajo la dirección de Bernardino Berogán bajo la supervisión del arquitecto real Isidro González Velázquez, se suma a otras edificaciones concebidas por el monarca, como la Casita del Pescador o el embarcadero del Estanque Grande.
La Montaña Artificial, envuelta en una exuberante vegetación, esconde una gran bóveda que cubría una noria, mientras en su cima se situaba un templete, hoy desaparecido, que servía como observatorio. Este templete, de inspiración oriental, se caracterizaba por tres torres: una central octogonal y dos cilíndricas en los extremos, unidas por una arquería. En la base de la montaña, una ría y un estanque albergaban peces y gansos, mientras que la parte superior de la cascada estaba coronada por la cabeza de un león de yeso.
Este monumento fue conocido por los madrileños como la Montaña Rusa o El Tintero, debido a su peculiar forma vista desde lejos; y también como la Montaña de los Gatos, ya que durante un tiempo albergaba a felinos callejeros abandonados por la zona.