La crecida de estas últimas jornadas del río Manzanares, siendo muy importante, no es de las más llamativas ni la más dañina por ahora. Puentes destruidos por la fuerza del agua, reconstruidos y vueltos a construir ha sido una constante en la historia de este curso de poco más de 90 kilómetros, que nace en el Ventisquero de la Condesa, al lado de la Bola del Mundo, y muere al juntar sus aguas con las del Jarama en el Parque Regional del Sureste. Cuentan que cuando Felipe II quiso construir un puente sólido sobre las aguas (el Puente de Segovia, 1574) le recomendaron que mejor comprara otro río. No se sabe si aquí empezaron las burlas hacia el Manzanares. Pero hay un hecho cierto. Antes de llamarse río Manzanares se llamaba río Guadarrama por su contenido en arenas (eso significa guadarrama en árabe). O llevaba muchas arenas en suspensión o es que había más arena que agua en el cauce. Cuenta Ángel Sánchez Crespo en ‘101 curiosidades de la Historia de Madrid’ que a pesar de los intentos el Manzanares no fue navegable. No como se pensó al creer que se podría alcanzar el Tajo, Lisboa y el Atlántico. Ya se sabe que la idea quedó en un canal fluvial hasta Aranjuez. Así que la navegabilidad del Manzanares ‘a caballo o en coche’ fue una de las observaciones de un embajador alemán. Tirso de Molina le dedicó varias estrofas al Manzanares. «…Como Alcalá y Salamanca, tenéis (y no sois Colegio) vacaciones en verano y curso sólo en invierno…» «…¡Ánimo, cobarde río, quebrantad vuestro destierro, y pues rondáis a Palacio entraos una noche dentro!…» Quevedo no se quedó corto. «…Manzanares, Manzanares, arroyo aprendiz de río, practicante de Jarama, buena pesca de maridos…» «…Más agua trae en un jarro cualquier cuartillo de vino de la taberna, que lleva con todo su argamandijo…» El francés Alejandro Dumas padre, de paso por Madrid, tras beber medio vaso de agua tiró la otra mitad al río afirmando que le hacía más falta que a él. Cuando bajen las aguas tal vez regresen las burlas. Pero será bueno recodar que el Manzanares de tarde en tarde vuelve por sus fueros. Avisados estamos.