El asesino confeso de Juana Canal, Juan Pradales, ha explicado en el juicio que la muerte de su entonces pareja fue accidental al producirse después de que le diera un golpe con el brazo para evitar que ésta le siguiera golpeando en el transcurso de un episodio violento causado por el supuesto alcoholismo que padecía la fallecida y que cuando la vio sin vida entró en pánico y descuartizó el cuerpo en la bañera, en una acción propiciada por el miedo que aún no cree que pudiera cometer.
La Audiencia Provincial de Madrid ha seguido este martes el juicio con jurado a Jesús Pradales por la muerte de Juana Canal en 2003, que no trascendió hasta 16 años más tarde, cuando se hallaron huesos de la víctima casualmente, lo que motivó que se reabriera la causa y que el que era su pareja fuera detenido en 2022.
El procesado se enfrenta a una petición fiscal de quince años de cárcel por un delito de homicidio, al igual que reclama la familia de la fallecida, que aprecia además una agravante de género. La defensa califica el crimen de homicidio imprudente, delito que habría prescrito a los cinco años. Pradales, que ha contestado a preguntas de todas las partes, ha relatado que la noche del 22 al 23 de febrero de 2003 él llegó de trabajar y Juana y él comenzaron a discutir sin que recuerde por qué, ya que discutían habitualmente porque ella tenía un problema de alcoholismo, y de hecho él solía preparar las maletas para irse de casa pero al final se quedaba porque ella se calmaba.
Ese día ella le zarandeó, le insultó y llegó a llamar a la Policía, que se fue al comprobar que no había pasado nada grave y que él se iba a ir, tras lo que él siguió haciendo las maletas y entonces ella le empezó a pegar, cogió las llaves del coche y su móvil, su reloj y 600 euros que amenazó con tirar por el inodoro. En un momento dado la mujer entró en el dormitorio en el que él estaba sacando ropa, le pegó puñetazos en el brazo y patadas en la espinilla, y él extendió el brazo derecho para apartarla, mientras miraba hacia la puerta porque quería irse, según ha explicado ante el jurado popular, en un relato en el que a veces ha dicho que no recordaba bien los detalles. Mientras le dio ese empujón le dijo a Juana «vale, déjame en paz», y oyó «un golpe seco» al que no dio mas importancia, hasta que pasado un rato se preguntó dónde estaría ella, la buscó y vio la imagen «que nunca va a poder olvidar»: Juana en el suelo, con la cabeza cerca de una mesilla de noche.
Entonces le miró el pulso, le dio palmaditas porque no respiraba, pensó en llamar a una ambulancia pero no tenía le móvil, y mientras lo buscaba fue pensando lo que había pasado y «entró en pánico» al pensar que creerían que la había matado intencionadamente. «Estaba acojonado… lo primero que se ocurrió es sacar todo de allí porque me iban a echar la culpa», ha relatado, detallando a las preguntas de la Fiscalía que trató de sacar a Juana del piso cogida como si fuesen abrazados, pero no podía, y acabó descuartizándola en la bañera y metiendo los restos en dos maletas. «No sabía qué hacer ni dónde ir», ha asegurado, hasta que pensó en la finca que su familia tenía en una localidad de Ávila en la que tenían herramientas, y conduzco hacía allí. Luego eligió un sitio cercano «al azar», ha ido contando, mientras ha aseverado: «Me lo dicen ahora mismo y yo no me creo que yo haya podido hacer eso», ya que Juana era «la mujer de su vida». Ha reconocido que dejó una nota como si la hubiera escrito Juana para «tapar» lo ocurrido, que es el mismo motivo por el que fue a un hospital a pedir un parte de lesiones. Pocos días después del suceso fue hasta la puerta de una comisaría de Policía pero no fue capaz de entrar, y ya más adelante solo quiso «pasar página».
La carga incriminatoria contra el procesado se basa en una prueba indiciaria y circunstancial al no existir por ejemplo una autopsia que determine la causa de la muerte o unas grabaciones que hayan captado al asesino en el momento del hecho delictivo. El letrado de SOS Desaparecidos, Juan Manuel Medina, ha incidido en que si «este señor» sale suelto se estaría «matando otra vez a Juana Canal, como ya se la mató cuando no se investigó su desaparición, como era debido, cuando ya se la mató en el transcurso de estos 19 años». «Es paradójico. Si realmente se concluye que se trató de un hecho fortuito o de un homicidio imprudente que estaría prescrito por la penalidad que conlleva, insisto, daríamos muerte nuevamente a Juana Canal. Habría hasta que indemnizarlo. Creo que sería un fracaso de Estado de Derecho y un fracaso de las víctimas en general», ha espetado.
El acusado fue detenido en abril de 2006, tres años después del crimen, por malos tratos a su pareja en una gasolinera delante de sus hijos. El 18 de abril de 2006 fue detenido por la Policía Nacional en Getafe por un delito de atentado a la autoridad y malos tratos en la persona de su pareja al «agredirla en la parte de atrás de una gasolinera, en presencia de los hijos menores» de la mujer. Constan además otras dos detenciones practicadas por la Guardia Civil, en diciembre de 2003 y mayo de 2005, por delitos contra la seguridad del tráfico y otros.